Si hasta ahora hemos incorporado algunos artículos hablando de seducción individual, cuando nos adentramos en ciertas profesiones o negocios, lo cierto es que vamos a necesitar seducir a grupos de personas. A ello llevan tiempo dedicándose los expertos en marketing y, desde luego, los que más han estudiado este arte, sin duda, son los representantes políticos, siendo los ejemplos de políticos más seductores John F. Kennedy y Adolf Hitler.
Claro que, todo sea dicho de paso, a nosotros - a nuestra marca o negocio- no nos sirven demasiado ciertas técnicas de los políticos, pues la política cuenta con que su mensaje ya va dirigido a un público altamente sesgado, basándose en técnicas tan rudimentarias como repetir un mensaje que en principio la gente sabe que es falso, pero que a base de repetición, acaban creyéndolo. Es decir, gran parte de las técnicas de los discursos políticos consisten en tratar a la gente como idiotas. Y funciona.
Pero para las personas comunes que no contamos con un público sesgado, nuestra función es sesgarlo a través de todas las técnicas posibles, aunque incluso el uso de todas las técnicas, no puede hacernos perder....
1.... La naturalidad.
Al público le gustan las personas auténticas, y van a percibir cuándo estamos forzando nuestras palabras, nuestro mensaje, nuestros gestos. Se dice que Hitler dedicaba horas y horas a preparar meticulosamente sus discursos. En primer lugar lo hacía por escrito, perfeccionando el discurso, y después se ponía frente al espejo para ver cómo quedaba el mensaje sin que pareciera forzado.
A través de los tiempos, se ha llegado a responder a la pregunta de cómo pudo un "enano enfermo mental acomplejado" llegar a seducir a las masas hasta el punto de fomentar ese nivel de odio que se alcanzó en la Alemania Nazi. Todo indica que fue la perfección de los discursos y el forjado carisma de Hitler en un momento en que Alemania estaba dispuesta a aceptar ese mensaje de odio.
2. El humor.
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