Hoy día sé que nuestros propios pensamientos pueden hacernos felices o desgraciados. No siempre ha sido así. Me imagino que, al igual que muchos de vosotros, todo esto me sonaba a técnicas de auto-motivación y filosofía barata, a pesar de que, de forma inconsciente, nunca me ha gustado centrarme en lo negativo de las cosas, ni sufrir o preocuparme por cosas que con el tiempo descubres que se podría haber evitado tal sufrimiento.
Con el tiempo he visto un patrón muy común en esas personas que viven en una constante amargura. Y a menudo, esa constante amargura se encuentra en su forma de pensar. Al fin y al cabo, somos nuestros propios pensamientos. Como se suele decir: "La vida es un regalo que desenvuelves. Que te guste el regalo o no, depende de tu actitud frente a ese regalo".
Desde el punto de vista de la neurociencia, nuestra forma de pensar puede llegar a provocarnos desequilibrios bioquímicos en nuestros tejidos neurológicos. Y son nuestros propios pensamientos los que pueden hacernos salir fortalecidos de una mala situación, o incluso hacernos entrar en una depresión, a pesar de no estar atravesando ninguna mala situación.
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Con el tiempo he visto un patrón muy común en esas personas que viven en una constante amargura. Y a menudo, esa constante amargura se encuentra en su forma de pensar. Al fin y al cabo, somos nuestros propios pensamientos. Como se suele decir: "La vida es un regalo que desenvuelves. Que te guste el regalo o no, depende de tu actitud frente a ese regalo".
Desde el punto de vista de la neurociencia, nuestra forma de pensar puede llegar a provocarnos desequilibrios bioquímicos en nuestros tejidos neurológicos. Y son nuestros propios pensamientos los que pueden hacernos salir fortalecidos de una mala situación, o incluso hacernos entrar en una depresión, a pesar de no estar atravesando ninguna mala situación.
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