En anteriores artículos hablamos de varias técnicas para ser más persuasivo y conseguir que las personas hagan lo que queramos, aunque quizá más enfocado al liderazgo y al largo plazo, por lo que son técnicas más suaves, pero que hay que tener en cuenta.
Del mismo modo, vimos cómo gustarle a las personas que acabas de conocer empleando ciertas técnicas que usan en el FBI cuando quieren infiltrar a una persona en un grupo, y por tanto, son increíblemente útiles.
Y en esta ocasión, vamos a usar algunos trucos psicológicos que podemos usar en nuestra vida personal, en las negociaciones y en ventas, todos ellos respaldados por la ciencia.
(Ver también: 9 consejos para negociar y reducir el precio de cualquier producto que vayamos a comprar)
1. Ajusta el medio a tu "oponente".
En ocasiones, el entorno puede crear instintos y estímulos que se allanarían en otro entorno. Y todo ésto ocurre de forma inconsciente.
En un estudio se encontró que los negociadores se volvían más ambiciosos (querían más dinero para sí mismos) cuando estaban sentados en una habitación preparada para la negociación: maletines, sillones de cuero, portátiles, olor a oficina y silencio de oficina.
Cuando una persona que se levantó por la mañana, se puso su traje y corbata listo para negociar, al entrar en su "jungla particular" sacará todas sus armas disponibles para la negociación, sus habilidades aprendidas y su agresividad negociadora.
El entorno suscitará, de forma consciente e inconsciente la alta competitividad, por lo que en ocasiones, para ciertas cuestiones puede ser aconsejable el tratar ciertos aspectos duros de la negociación en una charla en una cafetería mientras desayunas. De esta forma podemos conseguir que esa persona se sienta menos inclinada a la llamada de la agresión comercial.
Cuando le digo ésto a algunas personas, suelen mostrarse escépticas, por lo que suelo poner un ejemplo más claro. Imagina que llamas a tu pareja y le dices: "hoy vamos a hacer el amor en un lugar muy bonito y romántico". Ella se prepara para la ocasión, la recoges en el coche y la llevas a las afueras de la ciudad.
Sacas una manta y la pones en el suelo en un paisaje desolado, donde el suelo está lleno de basura y son visibles algunas jeringuillas. Está claro que a pesar de la predisposición inicial, la lívido de tu pareja estará por los suelos.
No es el escenario que ella esperaba, y por tanto, al cambiar el ambiente, hemos cambiado sus estímulos.
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Del mismo modo, vimos cómo gustarle a las personas que acabas de conocer empleando ciertas técnicas que usan en el FBI cuando quieren infiltrar a una persona en un grupo, y por tanto, son increíblemente útiles.
Y en esta ocasión, vamos a usar algunos trucos psicológicos que podemos usar en nuestra vida personal, en las negociaciones y en ventas, todos ellos respaldados por la ciencia.
(Ver también: 9 consejos para negociar y reducir el precio de cualquier producto que vayamos a comprar)
1. Ajusta el medio a tu "oponente".
En ocasiones, el entorno puede crear instintos y estímulos que se allanarían en otro entorno. Y todo ésto ocurre de forma inconsciente.
En un estudio se encontró que los negociadores se volvían más ambiciosos (querían más dinero para sí mismos) cuando estaban sentados en una habitación preparada para la negociación: maletines, sillones de cuero, portátiles, olor a oficina y silencio de oficina.
Cuando una persona que se levantó por la mañana, se puso su traje y corbata listo para negociar, al entrar en su "jungla particular" sacará todas sus armas disponibles para la negociación, sus habilidades aprendidas y su agresividad negociadora.
El entorno suscitará, de forma consciente e inconsciente la alta competitividad, por lo que en ocasiones, para ciertas cuestiones puede ser aconsejable el tratar ciertos aspectos duros de la negociación en una charla en una cafetería mientras desayunas. De esta forma podemos conseguir que esa persona se sienta menos inclinada a la llamada de la agresión comercial.
Cuando le digo ésto a algunas personas, suelen mostrarse escépticas, por lo que suelo poner un ejemplo más claro. Imagina que llamas a tu pareja y le dices: "hoy vamos a hacer el amor en un lugar muy bonito y romántico". Ella se prepara para la ocasión, la recoges en el coche y la llevas a las afueras de la ciudad.
Sacas una manta y la pones en el suelo en un paisaje desolado, donde el suelo está lleno de basura y son visibles algunas jeringuillas. Está claro que a pesar de la predisposición inicial, la lívido de tu pareja estará por los suelos.
No es el escenario que ella esperaba, y por tanto, al cambiar el ambiente, hemos cambiado sus estímulos.
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