Cuenta la historia que en 1849 (durante la fiebre del oro), un comerciante europeo escuchó que en los ríos y tierras de California, había pepitas de oro gigantes, y que con 2 ó 3 pepitas de ese tamaño, podría hacerse verdaderamente rico. El comerciante rápidamente vendió todas sus posesiones para buscar fortuna en California.
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