Una serie de estudios llevados a cabo por
un investigador post-doctoral del departamento de psicología de la Universidad de California han llegado a la conclusión de que
las personas con más dinero son más propensos a ser más groseros, así como salirse de las normas y ser
menos empáticos con el resto de la población.
El nivel de empatía disminuye y el nivel de grosería aumenta conforme se incrementan los ceros a la derecha de su fortuna.
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