En estos momentos, las personas que inicien una relación, deben estar concienciados de que es probable que la relación no dure demasiado. Las altas tasas de divorcios hablan por sí solas, y en el futuro, todo indica que las cifras irán a peor, pues es una tendencia claramente alcista. Pero hay algo de lo que probablemente no nos podamos librar: el sufrimiento de ver cómo una relación que comenzamos con ilusión, acaba.
El por qué ocurre ésto es lo de menos, y finalmente sólo nos queda centrarnos en ciertos errores muy comunes que solemos cometer en las relaciones, desde el punto de vista de la psicología y la neurociencia, donde vamos a hacer uso de las investigaciones de tres psicólogos y autores especializados en las relaciones.
(Ver: 5 rituales para revertir la depresión y aumentar los niveles de felicidad desde la neurociencia)
1. No se acaba la magia. A menudo, se descubre el truco.
Cuando conocemos a una persona, nuestro cerebro experimenta todo un torrente de endorfinas y dopamina a unos niveles sorprendentes. Eso hace que en ese momento no veamos a la persona tal y como es, sino como queremos pensar que es.
Ese es el motivo por el que acaban sacándonos de quicio algunas cosas que antes nos encantaba de esa persona. Lo que antes llamábamos particularidades especiales de esa persona, ahora lo llamamos manías y defectos. Pensamos que esa persona ha cambiado, pero lo único que ha cambiado es nuestra nueva percepción sobre un comportamiento que antes nos encantó.
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El por qué ocurre ésto es lo de menos, y finalmente sólo nos queda centrarnos en ciertos errores muy comunes que solemos cometer en las relaciones, desde el punto de vista de la psicología y la neurociencia, donde vamos a hacer uso de las investigaciones de tres psicólogos y autores especializados en las relaciones.
(Ver: 5 rituales para revertir la depresión y aumentar los niveles de felicidad desde la neurociencia)
1. No se acaba la magia. A menudo, se descubre el truco.
Cuando conocemos a una persona, nuestro cerebro experimenta todo un torrente de endorfinas y dopamina a unos niveles sorprendentes. Eso hace que en ese momento no veamos a la persona tal y como es, sino como queremos pensar que es.
Ese es el motivo por el que acaban sacándonos de quicio algunas cosas que antes nos encantaba de esa persona. Lo que antes llamábamos particularidades especiales de esa persona, ahora lo llamamos manías y defectos. Pensamos que esa persona ha cambiado, pero lo único que ha cambiado es nuestra nueva percepción sobre un comportamiento que antes nos encantó.
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