Las personas cada vez se deprimen más. Es un hecho, del mismo modo que no es lo mismo el hecho de que una persona diga que se ha levantado deprimida a que los especialistas le diagnostiquen depresión. Y por supuesto, la industria que hay detrás de la depresión cada vez es más rentable.
Recuerdo que hace unos 10 años hablaba con un antiguo compañero de profesión que la gente que se deprimía era porque le faltaba valor para enfrentarse a los problemas. Pero cuando mi amigo y compañero entró en barrena y acabó diagnosticado con depresión, pensé que si él había caído, podía caer cualquiera, pues siempre lo consideré una persona mucho más fuerte mentalmente que yo mismo.
Únicamente decir que hoy día, no queda ni la sombra de lo que un día fue mi compañero, es decir, 10 años más tarde, aún no ha logrado estabilizarse. A raíz de aquello y de otras personas que he ido conociendo en la vida, comencé a interesarme por el tema del cerebro, y no sólo para aplicarlo a la persuasión en ventas y ser mejor inversor, sino para estudiar por qué muchas personas no son capaces de ser felices aun teniendo todo lo que hace falta para ser felices, mientras que otras personas con una vida más "injusta", nunca llegan a deprimirse hasta estos niveles. Y es que reconozco que en ocasiones he sentido verdadera impotencia al ver personas a las que quieres y aprecias entrar en una espiral completamente destructiva.
Cuando se habla de la depresión, la psiquiatría me recuerda bastante a la economía, y es que, no sé si por suerte o por desgracia, al igual que los economistas, los psiquiatras tienen teorías que chocan entre sí y, probablemente hoy esté recibiendo un premio Nobel alguien cuyas teorías se demostrarán falsas o erróneas dentro de unos años.
Existen numerosos métodos que hablan sobre detener la infelicidad o la tristeza profunda, así como cambiar nuestra forma de pensar (Programación neurolingüística) para evitar entrar emocionalmente en barrena. El problema es que la mayoría de la gente, en ocasiones, bien sea por ignorancia o por una confianza extrema en sus creencias (a menudo infundadas), suelen pensar que son tonterías. Pero cuando un especialista dice que no deben existir motivos reales para la depresión, hacemos caso con los ojos cerrados, y asumimos tal afirmación como verdadera. Personalmente, tengo muchas dudas al respecto, y por suerte, otros muchos expertos en el campo de la psicología y psiquiatría discrepan enormemente sobre muchas teorías ya establecidas.
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Recuerdo que hace unos 10 años hablaba con un antiguo compañero de profesión que la gente que se deprimía era porque le faltaba valor para enfrentarse a los problemas. Pero cuando mi amigo y compañero entró en barrena y acabó diagnosticado con depresión, pensé que si él había caído, podía caer cualquiera, pues siempre lo consideré una persona mucho más fuerte mentalmente que yo mismo.
Únicamente decir que hoy día, no queda ni la sombra de lo que un día fue mi compañero, es decir, 10 años más tarde, aún no ha logrado estabilizarse. A raíz de aquello y de otras personas que he ido conociendo en la vida, comencé a interesarme por el tema del cerebro, y no sólo para aplicarlo a la persuasión en ventas y ser mejor inversor, sino para estudiar por qué muchas personas no son capaces de ser felices aun teniendo todo lo que hace falta para ser felices, mientras que otras personas con una vida más "injusta", nunca llegan a deprimirse hasta estos niveles. Y es que reconozco que en ocasiones he sentido verdadera impotencia al ver personas a las que quieres y aprecias entrar en una espiral completamente destructiva.
Cuando se habla de la depresión, la psiquiatría me recuerda bastante a la economía, y es que, no sé si por suerte o por desgracia, al igual que los economistas, los psiquiatras tienen teorías que chocan entre sí y, probablemente hoy esté recibiendo un premio Nobel alguien cuyas teorías se demostrarán falsas o erróneas dentro de unos años.
Existen numerosos métodos que hablan sobre detener la infelicidad o la tristeza profunda, así como cambiar nuestra forma de pensar (Programación neurolingüística) para evitar entrar emocionalmente en barrena. El problema es que la mayoría de la gente, en ocasiones, bien sea por ignorancia o por una confianza extrema en sus creencias (a menudo infundadas), suelen pensar que son tonterías. Pero cuando un especialista dice que no deben existir motivos reales para la depresión, hacemos caso con los ojos cerrados, y asumimos tal afirmación como verdadera. Personalmente, tengo muchas dudas al respecto, y por suerte, otros muchos expertos en el campo de la psicología y psiquiatría discrepan enormemente sobre muchas teorías ya establecidas.
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