En ocasiones no sabes quiénes son tus compañeros de trabajo hasta que no te los encuentras en la competencia. Que me llamen raro, pero siempre me ha gustado mantener una cierta "deportividad" en el mundo de la empresa, y el hecho de que deje una empresa para irme a trabajar a otra, no significa que mis antiguos compañeros de trabajo pasen a ser mis enemigos.
Personalmente, nunca he tenido reparo en sentarme a comer en un restaurante con mis competidores directos o tomarme un café con ellos, mientras que he conocido a vendedores que, por el simple hecho de que el otro vendedor trabaje para la competencia, ya es visto como alguien a quien no deberías ni acercarte. Y aprovecho para recordar que las habilidades sociales abren puertas, y que incluso tu futuro laboral podría estar en la competencia. Así que no tengas nunca reparo en saludar e incluso sentarte a comer con tus competidores.
Hace muchos años, cuando abandoné mi puesto de delegado comercial en una compañía, tenía una tarea por delante, que era pasar mis viejos clientes a la nueva empresa en la que comenzaba, una tarea que, siendo honestos, no iba a ser muy difícil, aunque requería mucha rapidez al saber cómo iba a actuar mi vieja empresa, la cual ya comenzó a idear probablemente la estrategia de competición equivocada: desprestigiar tanto al ex-trabajador como el producto de la empresa a la que se dirigía el ex-trabajador (en este caso mi nueva empresa y yo, y no necesariamente por este orden).
Craso error por parte de la empresa, la cual olvidaba que yo no hacía ventas, sino clientes. Y no sólo clientes, sino amigos, habiendo asistido incluso a bodas y bautizos de algunos de mis clientes (en otro momento os contaré el por qué se forjó tal relación entre mis clientes y yo).
Craso error por parte de la empresa, la cual olvidaba que yo no hacía ventas, sino clientes. Y no sólo clientes, sino amigos, habiendo asistido incluso a bodas y bautizos de algunos de mis clientes (en otro momento os contaré el por qué se forjó tal relación entre mis clientes y yo).
1. Si conoces a tu enemigo y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas perderás.
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