Como empresarios, debemos seguir el lema de "piensa en grande", y para ello, llegará un momento es que a la hora de pedir un préstamo para tu negocio, sea más fácil que te den un importe superior a uno inferior, porque el tamaño de las ideas sí que importa. Pero a veces las ideas suenan pequeñas, y simplemente es cuestión de volver a pensar en grande.
Era el año 1992, y Virgin Atlantic -la aerolínea de Branson- aún contaba con pocos aviones, pero los usuarios estaban contentos con el servicio de Virgin. En aquel momento, a Branson se le había ocurrido la idea de que cada usuario de avión pudiera tener su propia pantalla de televisión, algo que en aquel entonces aún no era un servicio que ofrecieran en las aerolíneas para la clase turista (economic class).
Es lo que cuenta Richard Branson en su libro "Perdiendo la virginidad", donde en un pasaje de su vida empresarial, donde la economía de Virgin aún no era demasiado enérgica, tuvo que hacer uso de su ingenio.
Era el año 1992, y Virgin Atlantic -la aerolínea de Branson- aún contaba con pocos aviones, pero los usuarios estaban contentos con el servicio de Virgin. En aquel momento, a Branson se le había ocurrido la idea de que cada usuario de avión pudiera tener su propia pantalla de televisión, algo que en aquel entonces aún no era un servicio que ofrecieran en las aerolíneas para la clase turista (economic class).
Poner una pantalla individual en el respaldo de cada asiento de sus aviones le costaría a la compañía alrededor de 10 millones de libras, un dinero que en aquel momento no disponían, y que sin más remedio, se verían obligados a pedirlo a los bancos.
Pero dada la crisis que en aquel momento se vivía, y la caída de beneficios en otras empresas del Grupo Virgin, ningún banco le concedía aquel préstamo, por lo que Branson reconoce que tras tantas negativas estaba comenzando a rendirse.
Pero Branson siempre ha aplicado un lema:"Por muy difíciles que se pongan las cosas, debes mantener en todo momento la perspectiva lo más abierta posible".
Branson descolgó el teléfono y llamó a Boeing; Le preguntó si, en caso de comprarles 10 nuevos aviones Boeing 747-400, estarían dispuestos a instalar por su cuenta las pantallas de televisión individuales en los respaldos de los asientos.
El consejero delegado de Boeing se quedó perplejo ante el hecho de que en plena recesión económica, alguien estuviera pensando en comprar 10 aviones, por lo que aceptó el trato de inmediato.
Branson, después llamó a Airbus, y le preguntó exactamente lo mismo para la compra de otros 8 aviones. Y de igual modo, aceptaron de inmediato.
Entonces ya sólo quedaba dirigirse a los bancos para que financiaran la operación de compra de 18 aviones nuevos, la cual se valoraba en 4.000 millones de libras.
Y finalmente, los bancos decidieron conceder el préstamo a Virgin al ver un gran proyecto de expansión de una compañía que pretendía crecer en plena recesión.
Como resultado de aquello, Branson consiguió que Virgin Atlantic tuviera la flota de aviones más moderna, nueva e innovadora de toda la industria, además de haber conseguido los aviones por un precio más bajo que de costumbre.
Y Branson comprendió una realidad, y es que es más fácil que te presten 4.000 millones, a que te presten únicamente 10 millones, siempre y cuando la idea sea ambiciosa.
Es por eso que cuando te sientes para negociar un préstamo para tu idea de negocio, intenta comportarte como si no estuvieras pidiendo dinero, sino vendiendo un proyecto de futuro, el cual te va a hacer crecer como empresa.