Imagen: TechCrunch |
Aunque se nos haya intentado vender que los buenos emprendedores son excelentes líderes y gestores del negocio, la realidad es bien distinta. Jeff Bezos (Amazon) y Mark Zuckerberg (Facebook) se ponen como ejemplo para demostrar que un fundador de una empresa puede ser un buen CEO de la compañía, aunque lo cierto, y según las estadísticas, Bezos y Zuckerberg serían dos excepciones, ya que lo más normal es que cuando una empresa tiene cierto tamaño, el emprendedor abandone el puesto de dirección y busque una mano derecha para dirigir la compañía.
Si Amancio Ortega hubiera continuado al frente de Inditex, probablemente Inditex no sería lo que hoy día es. Parte del crecimiento y desarrollo de la empresa es debido a Pablo Isla (su capitán general). Que Pablo Isla sea un excelente Presidente y Consejero Delegado, no quita que Amancio Ortega sea uno de los más grandes empresarios españoles de todos los tiempos.
Numerosos estudios demuestran cómo llegado el momento es recomendable que el fundador abandone la empresa. En algunos casos es el propio consejo quien despide al fundador y en otros casos, son los propios inversores los que deciden invertir en un negocio con la condición de que el no esté al mando el emprendedor inicial.
¿Por qué ocurre esto?
Noam Wasserman, profesor de la Escuela de Negocios de Harvardhizo un estudio de más de una década sobre las sucesiones de los fundadores de compañías llamado: "La Sucesión del fundador como director general y la paradoja del éxito empresarial", detallando perfectamente por qué el fundador del negocio no puede ser el Director General de la empresa.
Para comenzar, el emprendedor no tiene por qué saber de todo. El emprendedor pudo ser un visionario y detectar una necesidad. Incluso fue capaz de darle forma a una idea de negocio. Supo contratar a gente preparada para acompañarle en el emprendimiento y supo gestionar el desarrollo de productos e incluso las primeras estrategias de marketing para darlo a conocer. Supo negociar con inversores y ganarse la credibilidad.
Sin embargo, una vez el producto ya está desarrollado, las ventas aumentan y el negocio se expande, el trabajo del CEO se amplía y se hace mucho más complejo. El marketing se vuelve más complejo y hay que negociar con otro tipo de clientes elaborando nuevas estrategias.
Aquí se produce el primer enfrentamiento de auto-competitividad donde las habilidades que eran clave para el éxito en los inicios ya no se corresponden con las necesidades de la organización actual. Si el fundador es inteligente, buscará otra persona mucho más competente que él para dirigir la empresa. Eso no te convierte ni en mejor ni en peor empresario, ya que tu valía ha quedado demostrada como emprendedor y creador. Ahora se requieren otras habilidades.
Algunos medios dicen que Mark Pincus no sirve y que le da mala fama a Zynga en Silicon Valley, cuando la verdad es que Pincus es el claro ejemplo de lo que le ocurriría a la mayoría de empresarios si permanecieran como CEOs de sus propias empresas.
Según un estudio que analiza todas las compañías de Internet desde 1996, en el 80% de los casos, los fundadores no siguieron como CEOs.
La pasión como emprendedor fue el motor del inicio del negocio, pero esa misma pasión es la que puede ponerlo en peligro una vez nuestro negocio ha crecido lo suficiente.