En nuestra cultura, la mayoría de las personas están programadas para temer eso que llamamos fracaso. El fracaso básicamente sería esperar un resultado positivo y obtener un resultado negativo tras el intento. Todos hemos fracasado ya en algún momento dado de nuestras vidas: perdiendo una carrera en atletismo, suspendiendo algún examen, fallando en una relación, siendo despedidos de una empresa o fracasando en algún negocio.
Por algún motivo, a medida que vamos cumpliendo años, en lugar de ir asimilando mucho mejor esos pequeños resultados desfavorables, nos ocurre todo lo contrario, y es que cada vez más tememos más al fracaso.
Para ello, nos basamos en el punto de vista que Tony Robbins argumenta en su libro "Poder sin Límites", donde propone cambiar nuestra percepción acerca del fracaso.
Lo que Robbins propone es ver el fracaso como lo que realmente es: un resultado o un desenlace. Cuando intentamos algo (que ya es mucho más de lo que hace la mayoría de la gente), siempre vamos a obtener un resultado de un género u otro. Y ambos son válidos.
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Por algún motivo, a medida que vamos cumpliendo años, en lugar de ir asimilando mucho mejor esos pequeños resultados desfavorables, nos ocurre todo lo contrario, y es que cada vez más tememos más al fracaso.
Para ello, nos basamos en el punto de vista que Tony Robbins argumenta en su libro "Poder sin Límites", donde propone cambiar nuestra percepción acerca del fracaso.
Lo que Robbins propone es ver el fracaso como lo que realmente es: un resultado o un desenlace. Cuando intentamos algo (que ya es mucho más de lo que hace la mayoría de la gente), siempre vamos a obtener un resultado de un género u otro. Y ambos son válidos.
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