1. Haces compras cuando te sientes enfadado, deprimido, decepcionado, asustado...
A todo el mundo le divierte comprar algo, sobre todo si lo necesita o tenía la ilusión de comprar el "objeto" en cuestión. Claro que si tomamos una decisión de compra cada vez que tenemos un estado de ánimo negativo, estamos ante el hecho de que una compra nos cambia el estado de ánimo anterior, y por tanto, el acto de comprar podría estar actuando como cualquier otra droga. Si estoy triste porque he discutido con mi pareja, el comprar una camisa no debería hacerme sentir más feliz, ya que no me soluciona el problema con mi pareja.
Nota: Esto no significa que en momentos puntuales se aconseje, por ejemplo, el ir a la peluquería para sentirnos mejor físicamente cuando nos miremos al espejo y, de esa, forma, realzar nuestra autoestima.
2. Ocultas tus compras a tu pareja o familia.
El ocultar alguna compra a tus familiares por el hecho de sentirte culpable al haberte gastado ese dinero aún sabiendo que te podría crear un conflicto, podría ser una clara señal de adicción (como cuando el alcohólico bebe a escondidas).
Ejemplo: Si en mi familia sufrimos problemas económicos y yo trabajo desde un ordenador, al romperse el ordenador saldría a comprar otro. Esa compra la defendería como necesidad le duela a quien le duela y le moleste a quien le moleste.
3. Compras a crédito artículos que no comprarías si tuvieras que pagarlos en efectivo.
Si estás gastando un dinero que no tienes, puedes dar lugar a enormes facturas de tarjetas de crédito. Después de preguntarnos si necesitamos ese producto o si podría esperar esa compra, la respuesta es que NO lo necesitamos y SÍ podría esperar PERO... "me hace ilusión comprarlo, aunque sea usando el crédito", sería cuestión de plantearnos una posible distorsión de nuestros hábitos de consumo.
4. Te sientes culpable, avergonzado o confuso después de haber terminado de comprar.
Un ludópata de los casinos o máquinas tragaperras, se encuentra eufórico mientras está en la mesa de juego, esperanzado en que va a tener suerte. Una vez sale desplumado del casino, se hecha las manos a la cabeza y piensa: "¿Qué he hecho?, no debería haberlo hecho..". Culpable por haber perdido dinero, avergonzado por la forma en que lo ha perdido y confuso al no saber por qué lo ha hecho. El comprador compulsivo no tiene estos sentimientos mientras su economía está saneada, pero en cambio aparecen esos sentimientos cuando su situación financiera no es muy buena.
Si en algún momento, por comprar un capricho para tí, has dejado de comprar algo necesario para tus hijos, es una de las señales más claras de adicción.
5. Tus compras no son usadas.
Si tienes en tu armario bolsas de compras sin abrir, decenas de zapatos que nunca te has puesto o mucha ropa que no has usado, únicamente significa 2 cosas: La primera es que compras cosas que no necesitas, y la segunda es que vas de compras por el simple hecho de ir de compras, siendo ambas opciones una clara señal de adicción a las compras y que está dañando tus finanzas personales.
6. Cambian nuestros hábitos alimenticios y/o de sueño.
Si a medida que nuestro extracto bancario va mostrando cada vez más cargos de compras, mientras vamos comiendo más o menos y durmiendo cada vez menos, incluso sintiéndonos más estresados, puede ser un indicio del comportamiento adictivo, y que en ocasiones puede pasar desapercibido incluso por el propio adicto.
7. Piensas en el dinero de forma obsesiva.
Lo de pensar en el dinero de forma obsesiva es algo que hoy día muchas personas hacen, y no por adicción, sino por problemas económicos causados por la crisis que atravesamos. Eso sí, si mientras tienes obsesión por tus problemas económicos sigues comprando cosas que no necesitas... "blanco y en botella". Del mismo modo. la obsesión por el dinero y por los problemas económicos, pueden agravar la adicción a las compras, ya que el adicto saldrá de compras para sentirse mejor.
8. Has intentado dejar de comprar, pero no puedes.
Sin lugar a dudas, es el síntoma más claro de una adicción, y es intentar dejar de consumir algo, y no poder. Claro que siempre pensando que lo hacemos excepcionalmente y que lo tenemos controlado.
Nota: No pensemos que esta adicción no es grave, y que por no fumarnos unos zapatos o inyectarnos una corbata en vena, será más fácil tratarla. Se han dado casos de comprador@s compulsiv@s que han reconocido el problema, y su pareja pensó que si le quitaba el dinero en efectivo y las tarjetas de crédito, poco a poco se curaría. La adicción llegó hasta el punto de que algunos cometieron hurtos en centros comerciales en los casos menos graves, y en los casos más graves, incluso llegaron a prostituirse para poder continuar comprando artículos que no necesitaban, y que por supuesto, escondían a su familia.