Leyendo algunas biografías de empresarios y escuchando algunas historias de los grandes hombres de negocios, suele aparecer un término que a menudo han sufrido grandes empresas. Se le llama "crisis de identidad empresarial", que básicamente es cuando una empresa olvida a qué se dedica realmente.
Y es que incluso alterar el lenguaje a la hora de explicar a qué nos dedicamos puede crear una percepción muy diferente en otras personas y, cómo no, en nuestros potenciales clientes.
Esta es una de las lecciones que Tony Robbins se encarga de enseñar en sus seminarios "Maestría de Negocios", pues Robbins cree que a pesar de sonar demasiado simple, la mayoría de las empresas tienen dificultad a la hora de explicarle a sus clientes el verdadero valor del negocio y lo que hace por sus clientes.
Si hoy día le preguntamos a alguien: "¿A qué te dedicas?", y esta persona nos dice: "Soy un coach", muchas personas pensarán: "Pues qué bien", cuando en realidad la mayoría quieren decir: "¿para qué narices necesito yo un coach?"
Ahora bien, si ante esa misma pregunta, alguien te respondiera: "Me dedico a ayudar a la gente a que sean las personas que podrían llegar a ser", sin lugar a dudas, en primer lugar, abriríamos la curiosidad de la persona que ha hecho la pregunta, siendo lo más probable que nos preguntara cómo lo hacemos para lograr eso.
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