Ayer, Bloomberg trataba de dar respuesta a la pregunta "¿Qué pasaría si los ricos de cada país repartieran su fortuna entre los más necesitados?", y para ello usaron el Robin Hood Index (El índice Robin Hood), basado en el conocido personaje de ficción que robaba a los ricos (no exactamente) para repartirlo a los pobres.
Ya de por sí, la propia creación del Índice Robin Hood publicado por Bloomberg, no tiene ni pies ni cabeza, pues han cogido la fortuna de un sólo multimillonario por país para hacer la suposición de "cuánto le tocaría cada pobre", cuando en realidad, el resultado hubiera sido muy distinto si se hubieran aglutinado las fortunas del 1% más rico de la población que controlan el 39% de la riqueza global con un total de aproximadamente 52 billones de dólares.
Luego, algunos medios españoles han interpretado el índice a su manera, tergiversando algunos datos y, en algunos casos, incluso malinterpretando los números. Pero todo ésto, en realidad no importa demasiado, pues vamos a ver, y no es por tocarle las pelotas a nadie, el por qué este índice parte de varias premisas totalmente falsas y se cometen algunos errores que no son de economía, sino de sentido común a la hora de abordar la riqueza de los más ricos del mundo.
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Ya de por sí, la propia creación del Índice Robin Hood publicado por Bloomberg, no tiene ni pies ni cabeza, pues han cogido la fortuna de un sólo multimillonario por país para hacer la suposición de "cuánto le tocaría cada pobre", cuando en realidad, el resultado hubiera sido muy distinto si se hubieran aglutinado las fortunas del 1% más rico de la población que controlan el 39% de la riqueza global con un total de aproximadamente 52 billones de dólares.
Luego, algunos medios españoles han interpretado el índice a su manera, tergiversando algunos datos y, en algunos casos, incluso malinterpretando los números. Pero todo ésto, en realidad no importa demasiado, pues vamos a ver, y no es por tocarle las pelotas a nadie, el por qué este índice parte de varias premisas totalmente falsas y se cometen algunos errores que no son de economía, sino de sentido común a la hora de abordar la riqueza de los más ricos del mundo.
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