Gate ha criticado fuertemente al capitalismo por tener unas prioridades completamente defectuosas. Uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la Fundación Gates son las enfermedades infecciosas que causan millones de muertes en todo el mundo, y muy específicamente la malaria. Llevar la vacuna de la malaria a países en desarrollo se ha vuelto en la prioridad humanística número uno, y en cambio, no hay fondos para lograrlo.
"Si por el contrario, eres un científico que está trabajando en productos para la calvicie masculina, su estudio no tendrá falta de fondos en absoluto."
Ya lo dijo un famoso médico, y es que "algún día veremos a ancianas de 92 años con unas "tetas firmes y duras" y a ancianos de 98 años con un pene completamente erecto, pero no se acordarán cómo se usa, debido a que probablemente tengan alzheimer, una enfermedad que hoy día recibe menos fondos para la investigación que la industria de la cirugía y calvicie."
A esto es lo que Bill Gates llama un "capitalismo desenfocado", ya que mientras que los tratamientos para la malaria dependen de la generosidad y donaciones de unas pocas personas y algunas fundaciones, el dinero de los inversores va a parar a otro tipo de estudios, cuando realmente, ambos podrían ser negocios rentables para estos inversores si los gobiernos los enfocaran correctamente y los convirtieran en prioridad.
Lo que ocurre es que para las farmacéuticas no les sale rentable trabajar en un estudio enfocado a gente pobre o tercermundista, ya que no pueden pagar por ello. Estas farmacéuticas no reciben fondos para la investigación en enfermedades prioritarias y los Gobiernos no ponen tampoco mucho interés en querer erradicar enfermedades en estos países. En cambio, un producto enfocado a la calvicie, belleza y rejuvenecimiento, cuenta con potenciales clientes de clase media-alta, y por tanto, a las farmacéuticas no les faltan fondos desde que comienzan, ya que los inversores saben que invirtiendo en estos productos, recibirán grandes plusvalías.
Al menos que algo cambie, va a ser muy difícil atraer dinero para librar a millones de habitantes de una muerte segura.
Sin ir más lejos, por el precio de fabricar y enviar un cohete a la luna, se puede perfectamente llevar agua de sobra al tercer mundo para que pudieran crear sus propios cultivos y no ser dependientes al envío de alimentos procedentes de la caridad.
Claro que ahí aparecería la parte más fea de otra nueva industria, y es que al mundo moderno no le interesa que estos países tengan agua y puedan crear cultivos, pues estas poblaciones podrían llegar a tener los campos de cultivo más grandes de todo el mundo, y podrían convertirse en los exportadores de alimentos número uno del mundo. Y esto pone nerviosa a mucha gente.
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