Existe una vieja historia que es extrapolable al mundo de la empresa actual y prácticamente a cualquier profesión. Habla de 3 obreros cuyo trabajo era picar piedra para la construcción de una catedral. Y cada uno de ellos veía ese trabajo de una forma muy distinta.
El primero consideraba que su función era únicamente picar piedra, por lo que día tras día, se dirigía al trabajo para picar piedra.
El segundo consideraba que únicamente se estaba ganando la vida con aquel trabajo. Es decir, lo que estaba haciendo era ganar dinero para buscarse la vida. Y para ello, picaba piedra.
El tercero consideraba que su trabajo era ayudar para construir una catedral.
Los tres hacían exactamente lo mismo, pero es evidente que veían ese trabajo de una forma muy distinta. Y no necesariamente el tercer obrero picaría piedra mejor que los otros dos, pero sin duda, el tercero lo haría con más eficiencia, probablemente con más pasión, y al llegar a casa, con más satisfacción personal al saber que su trabajo era importante para un proyecto final: una construcción de una catedral.
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El primero consideraba que su función era únicamente picar piedra, por lo que día tras día, se dirigía al trabajo para picar piedra.
El segundo consideraba que únicamente se estaba ganando la vida con aquel trabajo. Es decir, lo que estaba haciendo era ganar dinero para buscarse la vida. Y para ello, picaba piedra.
El tercero consideraba que su trabajo era ayudar para construir una catedral.
Los tres hacían exactamente lo mismo, pero es evidente que veían ese trabajo de una forma muy distinta. Y no necesariamente el tercer obrero picaría piedra mejor que los otros dos, pero sin duda, el tercero lo haría con más eficiencia, probablemente con más pasión, y al llegar a casa, con más satisfacción personal al saber que su trabajo era importante para un proyecto final: una construcción de una catedral.
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